Nosotros
nos familiarizamos con aquellos con quienes entramos en contacto; nuestra
respuesta inicial es a menudo por nuestras reacciones emocionales; la semejanza
es importante y las interacciones placenteras son cruciales. A medida que las
personas se conocen mejor, pueden surgir muchos factores que transformen el
agrado inicial en desagrado. Los detalles de la proximidad física pueden
aumentar o disminuir las probabilidades de que dos individuos cualesquiera
entren en contacto repetidamente, y esta es la base inicial de la atracción. Un
segundo factor muy importante es nuestro estado afectivo. Las reacciones
emocionales hacia aquéllos que conocemos están determinadas en parte por cómo
percibimos sus características observables. El proceso de atracción también
depende de las necesidades de las personas involucradas. Dependiendo de la
fuerza de la motivación a la afiliación de cada persona, éstas pueden estar más
o menos motivadas a establecer una relación. Sabiendo que estos cuatro factores
están operando (proximidad física, emociones positivas, características
observables aceptables y necesidad de afiliación), el proceso de atracción
puede pasar al estadio final. La atracción aumenta según el grado en que las
similitudes superan las diferencias. El paso final ocurre cuando cada individuo
comienza a expresar agrado mutuo.
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