viernes, 9 de septiembre de 2016

2. Iniciar una relación: necesidad de afiliación y el efecto de las características observables

Si dos personas entran en contacto repetidamente y experimentan un afecto relativamente positivo, están en un punto de transición y es probable que sigan uno de dos patrones interpersonales. Muy a menudo, permanecerán simplemente como conocidos superficiales. Sin embargo, algunas veces, se aprenden los nombres de cada uno, intercambian información y se convierten en conocidos cercanos. Estos dos resultados dependen del nivel de la necesidad de afiliación de cada persona y de la manera como reaccionen a las características observables del otro.
2.1.                    La necesidad de afiliación
Dedicamos una buena parte de nuestras vidas a interactuar con otras personas y esta tendencia a afiliarnos parece tener una base neurobiológica. Se piensa que la necesidad de afiliarse con otros y de ser aceptado por ellos es tan básica para nuestra estructura psicológica como el hambre y la sed lo son para nuestra estructura física. Putnam (2000) propuso que uno de los problemas actuales es la disminución en la conducta afiliativa a nivel comunitario, nuestras vidas ahora consisten en menos interacciones interpersonales, menos actividad grupal, menos interés en tomar un rol activo en la mejora de la sociedad, y la apatía electoral. La conclusión es que estamos en peores circunstancias como resultado de ignorar nuestras necesidades afiliativas. Las personas difieren en la intensidad de su necesidad de afiliación y esas diferencias constituyen un rasgo relativamente estable. Las personas aprenden a buscar la cantidad de contacto social que es óptimo para ellas, prefiriendo estar solas parte del tiempo y en situaciones sociales otra parte del tiempo. Además de estas diferencias individuales, situaciones específicas pueden activar estados temporales de necesidad de afiliación.
2.1.1. Diferencias disposicionales en la necesidad de afiliación.
Hay dos enfoques que han intentado medir la necesidad de afiliación. Por un lado, están las medidas de autoreporte que incluyen preguntas directas acerca de deseos y actividades relevantes para la afiliación, permitiendo explorar el motivo explícito a afiliarse. Por el otro, están las medidas proyectivas, donde se le pide a la persona que interprete qué está ocurriendo en las ilustraciones ambiguas que le son presentadas. Este enfoque se dirige a necesidades menos conscientes, explorando de esta manera el motivo implícito a afiliarse. Parece que los motivos afiliativos explícitos conducen a interacciones en un contexto social, y los motivos afiliativos implícitos a interacciones en un contexto interpersonal cercano. Hill (1987) denomina a estas dos expresiones de la necesidad de afiliación como necesidad de estimulación positiva (motivo explícito) y necesidad de apoyo social (motivo implícito). Existen otros dos motivos adicionales, uno de ellos es la necesidad de atención que lleva a las personas a ejecutar comportamientos dirigidos a conseguir la aprobación y elogios de otros. El otro motivo es la necesidad de comparación social que resulta en interacciones motivadas por el deseo de obtener conocimiento y reducir la incertidumbre. Los investigadores concluyeron que los seres humanos están programados para atender y ser sensibles a la información social, cuando sus necesidades de pertenencia no están satisfechas. Así como el hambre física incrementa nuestra sensibilidad hacia las señales de comida, el hambre social incrementa nuestra sensibilidad hacia las señales sociales.
2.1.2. Determinantes situacionales en la necesidad de afiliación.
Frente al estrés las personas responden con cordialidad y afiliación. Las personas tienden a buscar a otros, incluso a extraños, para hablar acerca de lo que está ocurriendo, comparar sus percepciones y tomar decisiones sobre qué hacer; quieren comparar sus reacciones emocionales con las de otros. En pocas palabras, las situaciones de tensión nos conducen a buscar «claridad cognitiva» para saber qué está ocurriendo (Kulik, Mahler y Earnest, 1994) y «claridad emocional» para entender lo que estamos sintiendo (Gump y Kulik, 1997). Buscar a otros en este tipo de situaciones es beneficioso.
2.2.                    El efecto de las características observables: determinantes inmediatos del agrado y desagrado interpersonal
La reacción de agrado o desagrado que tenemos cuando vemos a una persona por primera vez indica que algo acerca de esa persona genera un afecto positivo o negativo. Se presume que estas reacciones se basan en experiencias pasadas, estereotipos y atribuciones que pueden o no, ser acertadas o relevantes. Estos estereotipos positivos y negativos no son buenos predictores de la conducta. Sin embargo, las reacciones hacia características superficiales ocurren muy a menudo, sin importar lo poco razonables que puedan ser. La mayoría de las personas responden a un factor de gran influencia que es el grado de atractivo físico, que se refiere a aquellos aspectos de la apariencia de una persona que son considerados visualmente atractivos o no atractivos.
2.2.1. Atractivo físico: evaluar a las personas basándose en su apariencia.
Las personas tienden a responder positivamente hacia aquellos que son atractivos y negativamente hacia aquellos que no son atractivos. La apariencia física influye sobre muchos tipos de evaluaciones interpersonales, incluyendo el agrado, los juicios de culpabilidad o inocencia en un tribunal, e incluso la calificación dada a un trabajo. Es especialmente decisivo al evaluar una potencial pareja romántica. En general, una apariencia atractiva se percibe como una característica positiva que influye en la atracción interpersonal y en las preferencias interpersonales. Numerosos estereotipos se asocian consistentemente con la apariencia. La mayoría de las personas asume que «lo que es bello es bueno». Las personas no son muy precisas estimando cómo los otros evalúan su apariencia, a pesar de los poderosos efectos que tiene el atractivo. Los hombres, en especial, sobrestiman lo atractivos que son para los demás. Algunas personas de ambos sexos responden con una ansiedad sobre la apariencia pero es más acentuado en el caso de las mujeres.
El contenido específico de los estereotipos depende de qué características son valoradas por una cultura específica. Las personas atractivas han experimentado a lo largo de su vida el hecho de gustarle a los demás y de ser tratados bien por los demás como respuesta positiva a ser bien parecidos; esto se supone que es el origen de su popularidad, habilidades sociales, alta autoestima y tendencia a la autorrevelación. Es importante agregar, que unos pocos atributos negativos también están asociados con el atractivo físico.
2.2.2. ¿Por qué importa la apariencia física?
Desde la perspectiva de los determinantes evolucionistas, se cree que la belleza femenina atrae sexualmente a los hombres debido a que la belleza se asocia con juventud, salud y fertilidad. Con respecto a un aspecto específico del atractivo, se ha encontrado una relación entre la longitud del cabello, la edad, la salud y la atracción. Los hombres tienden a preferir a las mujeres con cabello largo, y el cabello saludable, brillante y fuerte es un indicio de juventud y salud. El planteamiento evolucionista general es que si los hombres se sienten atraídos y forman pareja con mujeres jóvenes, saludables y fértiles, esto aumenta sus probabilidades de tener éxito a nivel reproductivo. Como resultado, los hombres con una preferencia por la juventud y la belleza tenían más probabilidad de pasar sus genes a la siguiente generación que los hombres a quienes estos aspectos le eran irrelevantes. El dato de que las mujeres estén menos preocupadas por la juventud y el atractivo de los hombres se explica por el hecho de que las mujeres tienen un rango de edad relativamente limitado en el cual la reproducción es posible, mientras los hombres por lo general son capaces de reproducirse desde la pubertad hasta bien entrada la vejez. La selección de un hombre fértil para las mujeres prehistóricas, era un asunto de menor importancia ya que tanto jóvenes como viejos eran fértiles, en cambio, la elección de un hombre capaz de proveer los recursos y de protegerla a ella y a su descendencia era crucial. Esta preferencia es mayor en culturas donde las mujeres tienen un menor nivel educativo y tienen menos control sobre la concepción y el tamaño de la familia.
2.2.3. ¿En qué consiste exactamente el atractivo?
Los investigadores han utilizado dos aproximaciones en su intento por identificar esos indicadores, una de ellas es identificar a un grupo de individuos evaluados como atractivos y luego determinar qué tienen en común. Cunningham (1986) utilizó este método con estudiantes universitarios de sexo masculino a quienes les pidió evaluar fotografías de mujeres jóvenes. Las mujeres evaluadas como las más atractivas se situaron en uno de dos grupos: unas tenían «rasgos infantiles» con ojos grandes y muy espaciados, y con nariz y barbilla pequeñas, la otra categoría de mujeres atractivas tenía rasgos maduros con pómulos prominentes, cejas altas, pupilas grandes y una amplia sonrisa.
La segunda aproximación fue realizada por Langlois y Roggman (1990), quienes combinaron por medio de la digitalización por computador varias fotografías de caras para formar una sola cara. La imagen en cada fotografía se dividió en cuadrados microscópicos y a cada cuadrado se le asignó un número que representaba un matiz específico. Luego, los números fueron promediados a través de un grupo de fotografías, y el resultado se transformó de nuevo en una imagen compuesta, resultó que las caras compuestas fueron evaluadas como más atractivas que la mayoría de las fotografías utilizadas para crearlas.
Una apariencia femenina aparentemente se considera un punto a favor, por ejemplo, una imagen computarizada tanto de hombres como de mujeres es preferida si tiene una apariencia femenina en lugar de masculina. Los hombres con una apariencia extremadamente masculina (mandíbula grande, cara cuadrada, frente ancha) son percibidos como menos cálidos y honestos que los hombres con una nariz delgada, labios angelicales y una barbilla «adorable».
Una explicación alternativa sugiere que nosotros nacimos con una preferencia por la simetría, y una cara hecha en base al promedio de muchas caras es más simétrica que las caras individuales. Además, hay estudios que indican que las personas consideran que las caras simétricas son más atractivas que las asimétricas. Porque es un indicador de salud y por lo tanto de la capacidad reproductiva.
El efecto de contraste consiste en que una persona considerara menos atractiva a alguien al compararlo con personas “más atractivas”
Otros aspecto es que el atractivo, tanto de «chicas» como de «chicos», percibido por miembros del sexo opuesto, aumenta a medida que la noche. La evaluación de extraños del mismo sexo no mejora a medida que la hora de cierre se aproxima por lo que el consumo de alcohol no explica estos efectos, por el contrario, a medida que las personas se van emparejando y el número de parejas disponibles disminuye, la escasez resultante genera una evaluación más positiva de aquellos que quedan libres.
2.2.4. Más allá de los rostros: otros aspectos de la apariencia y la conducta.
Cualquier característica observable puede actuar como el desencadenante que evoque un estereotipo, y las reacciones emocionales resultantes, conducir a un agrado o desagrado inmediato. Las características físicas de una persona elicitan no sólo el atractivo, sino también los estereotipos, las reacciones emocionales y la atracción.
Uno de los hallazgos más consistentes de estos y otros estudios es que el físico con sobrepeso es aquel que menos agrada.             Las mujeres atractivas físicamente tienen mayores preocupaciones por el peso y por la dieta; esto se debe posiblemente a la expectativa de que ser bonita debe estar acompañado con ser delgada. Se ha encontrado que una actitud negativa hacia la gordura, en conjunto con la tendencia a hacer a las personas responsables por sus atributos negativos, predicen el prejuicio contra la gordura; estas tendencias son más fuertes en culturas individualistas que en culturas colectivistas.
Las diferencias conductuales también son importantes, el parpadeo rápido es interpretado como un signo de nerviosismo y de falta de atención. Una persona que tenga un estilo de caminar juvenil elicita una positiva. Una persona que estrecha la mano con fuerza es percibido como extrovertido y expresivo emocionalmente. La conducta expresiva y animada, la risa y los estudiantes que participan en clase provocan una reacción positiva.
Las acciones que sugieren arrogancia elicitan una reacción más negativa que la conducta modesta, una persona que exprese ira es percibida como más competente. De igual manera, la consistencia de la conducta también es importante, posiblemente porque la inconsistencia sugiere hipocresía. Los hombres que se comportan de una manera dominante, autoritaria y competitiva son preferidos. Sin embargo, después de interacciones adicionales que den más información sobre la persona, la preferencia cambia hacia hombres prosociales y sensibles. Los juicios interpersonales también se ven influidos por lo que una persona come una persona que come «comida sana» es percibida como más agradable e incluso superior desde el punto de vista moral. Una última, y quizás muy sorprendente influencia sobre las percepciones interpersonales es nuestro nombre. Diversos nombres masculinos y femeninos están asociados con estereotipos específicos, tanto positivos como negativos, es posible que las características particulares de una persona muy conocida lleguen a asociarse a su nombre, y que luego esas características se transfieran a otras personas con el mismo nombre.

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