viernes, 9 de septiembre de 2016

3. Hacer amigos: similitud y agrado mutuo

Los pasos siguientes hacia la cercanía interpersonal involucran la comunicación. Dos aspectos cruciales de esta comunicación son el grado en que las dos personas que interactúan descubren áreas de similitud y hasta qué punto ambos indican agrado mutuo a través de lo que dicen y de lo que hacen.
3.1.                    Similitud: cada oveja con su pareja
Actualmente se acepta ampliamente el rol de la similitud como promotora de la atracción interpersonal. Los cónyuges se parecen entre sí en muchos aspectos. Los estudios encontraron que las parejas de amigos o cónyuges muestran un grado de similitud mayor que la dada por el azar . Debido a que era posible que el agrado llevara a la similitud y no viceversa, Newcomb (1956) investigó a estudiantes universitarios de intercambio y encontró que la similitud de actitudes (medida antes de que los estudiantes se conocieran) era un predictor del agrado posterior. A pesar de que estos hallazgos fueron convincentes, los científicos prefieren los datos experimentales si los experimentos son posibles, en consecuencia, los psicólogos sociales comenzaron manipulando la similitud y evaluando la atracción.
3.2.                    Similitud o disimilitud de actitudes como un determinante de la atracción.
Mucha de la investigación experimental inicial se centraba en la similitud de actitudes, término que generalmente se utiliza para referirse a la similitud de creencias valores e intereses, al igual que a la similitud de actitudes. El típico estudio de laboratorio sobre similitud seguía un patrón en donde, primero, se determinaban las actitudes de los participantes en la investigación, y luego, a esos participantes se les daban las actitudes de un extraño y se les pedía que indicaran cuánto les gustaba esa persona (Byrne, 1961b). Los resultados de estos experimentos indican claramente que a las personas les agradan más aquellos que tienen actitudes similares a las suyas que aquellos que tienen actitudes disímiles, y que evalúan a extraños que son similares a ellos como más inteligentes, mejor informados, más morales y mejor adaptados. Investigaciones posteriores indicaron que nosotros respondemos a las opiniones de los demás de una manera sorprendentemente precisa. En este sentido, se encontró que podemos evaluar a las personas en base a la proporción de actitudes similares que tenemos con ellas, para lo cual se evalúa la posición de la otra persona en una variedad de temas; de ahí resultan temas en los que tenemos una actitud similar (afecto positivo) y otros en los que tenemos un actitud diferente (afecto negativo), luego se suman el número de temas en los que hay coincidencia y esto se divide entre el número total de temas. Este cálculo puede utilizarse sin importar el número total de temas que se estén evaluando (Byrne y Nelson, 1965). Como resultado tenemos que mientras mayor es la proporción de actitudes similares, mayor es el agrado, tal como se muestra en la Figura7.16. No sabemos cómo funciona este proceso en realidad, pero este resultado pareciera indicar que las personas utilizan esta simple matemática afectiva. La relación entre la proporción de actitudes similares y la atracción se encontró que no sólo es fuerte, sino que es verdadera independientemente del número de temas de acuerdo-desacuerdo o la importancia de esos temas, y que es válida tanto para hombres como para mujeres, y a lo largo de los diferentes grupos de edad, de los diferentes niveles educativos y en diferentes culturas (Byrne, 1971). La mayoría de los intentos de encontrar diferencias individuales han fallado, sin embargo, se ha encontrado que las personas con alta necesidad de afiliación, tanto en Estados Unidos como en Singapur, muestran una actitud más positiva hacia los extraños que son similares a ellos, que las personas que tienen una baja necesidad de afiliación (Kwan, 1998). De igual manera, experimentos realizados en Francia indican que las personas que buscan auto-evaluación no son tan sensibles a la similitud-disimilitud como aquellos que simplemente buscan la validación de sus puntos de vista (Michinov y Michinov, 2000). Además, se ha encontrado que las personas extrovertidas muestran un mayor rechazo hacia los extraños que no son similares a ellos, que las personas introvertidas (Singh y Teoh, 1999). En su momento, se creía que la relación entre similitud y atracción estaba muy bien establecida (Duck y Barnes, 1992; Cappella y Palmer, 1990, 1992); sin embargo, hallazgos más recientes, obtenidos en otras áreas de investigación han hecho surgir importantes interrogantes que nos llevan a modificar nuestras conceptualizaciones. Tal como se discute en la sección psicología social: treinta años de progreso, nuestra comprensión del vínculo entre similitud y atracción ha estado bajo continuo escrutinio y cambio. La similitud en general es preferible a la disimilitud, conclusión más general a la que se puede llegar, aun cuando mucha de la investigación sobre atracción se ha concentrado en las actitudes. En este sentido, a las personas tienden a agradarle otras que son similares a sí mismas en lo referente a muchos atributos, por ejemplo, en atractivo físico (Zajonc et al., 1987), y hacen suposiciones más positivas acerca de las parejas cuando ambas personas son atractivas que cuando una es atractiva y la otra no (Garcia y Khersonsky, 1997). De manera análoga, nos agradan aquellos que son similares a nosotros en sociabilidad (Joiner, 1994), consumo de marihuana (Eisenman, 1985), afiliación religiosa (Kandel, 1978), rasgos de personalidad y afectivos (Watson, Hubbard y Wiese, 2000), autoconcepto (LaPrelle et al., 1990), roles de género tradicionales versus no tradicionales (Smith, Byrne y Fielding, 1995), ser una «persona diurna» versus una «persona nocturna» (Watts, 1982) y reirse de los mismos chistes (Cann, Calhoun y Banks, 1995). ¿Por qué esto es así?
3.2.1. ¿Por qué la similitud y la disimilitud afectan la atracción?
Una respuesta sencilla es que la similitud genera afecto positivo, mientras la disimilitud genera afecto negativo, y sabemos que este afecto influye en la atracción, pero una pregunta más de fondo es ¿por qué la similitud o disimilitud de otra persona hace que reaccionemos emocionalmente? La explicación más antigua, propuesta de forma independiente por Newcomb (1961) y Heider (1958), es la teoría del equilibrio (Hummert, Crockett y Kemper, 1990), la cual plantea que las personas organizan de manera natural sus agrados y desagrados en una forma simétrica. Cuando dos personas se agradan y encuentran que son similares en algunos aspectos específicos, esto representa equilibrio, y el equilibrio es emocionalmente agradable. Cuando dos personas se agradan y encuentran que son disímiles en algunos aspectos específicos, esto representa desequilibrio, y esto es emocionalmente desagradable. En este último caso, las personas se esfuerzan por recuperar el equilibrio cambiando las actitudes y conductas propias, o de la otra persona, para lograr mayor similitud, percibiendo erróneamente el grado de disimilitud, o simplemente decidiendo que no se agradarán el uno al otro. Si lo que se da es desagrado, éste crea un estado de no-equilibrioque no es especialmente placentero o displacentero, debido a que las personas involucradas sienten indiferencia frente a la similitud o disimilitud del otro. La teoría del equilibrio no explica realmente por qué la similitud es importante, aunque es una teoría que parece correcta. ¿Por qué debe importarnos si alguien tiene diferentes preferencias musicales, creencias religiosas o se levanta temprano en la mañana? Una respuesta a esta pregunta la aporta la teoría de la comparación social de Festinger (1954). En efecto, comparamos nuestras actitudes y nuestras preferencias conductuales con las de los demás porque es la manera principal que tenemos de evaluar lo acertados que estamos y lo normales que somos. Nos volvemos hacia los otros para obtener validación por consenso (véase Capítulo 9). Es placentero descubrir que tienes buen juicio, que eres normal, que estás en contacto con la realidad, etc., y no es nada placentero descubrir que tu juicio es imperfecto, que eres anormal, o que puedes perder contacto con la realidad. Tal como Una explicación diferente y quizás no incompatible, se basa en una perspectiva evolucionista, y propone que el odio y la crueldad han sido parte integral de la historia humana, demostrando así nuestra capacidad para el genocidio. Gould (1996, p. 64) describe este proceso básico:
Quizás desarrollamos estas capacidades como adaptaciones activas, y ahora son un fracaso en el mundo moderno. Los genocidios actuales pueden ser un triste legado de conductas originadas por un beneficio Darwiniano durante nuestra construcción ancestral como pequeños grupos de cazadores y recolectores en las sabanas de África. Después de todo, el mecanismo de Darwin sólo alienta el éxito reproductivo de los individuos, no el sueño moral del compañerismo humano a través de toda la especie. Quizás los rasgos que llevan al genocidio moderno —xenofobia, sociedades tribales, anatematizar a los extraños como infrahumanos y por lo tanto sujetos a aniquilación— adquirieron importancia durante nuestra evolución temprana debido a que aumentaban la supervivencia en sociedades pequeñas y no tecnológicas basadas en el parentesco, que vivían en un mundo de recursos limitados bajo la ley de matar o morir. ...Los chimpancés, nuestros parientes más cercanos, andan en grupo y sistemáticamente matan a los miembros de los grupos adyacentes. Quizás estemos programados para actuar de esa manera también.
Byrne (2001) se dedicó a este tema y demostró que mucho del rencor de los seres humanos se basa en reacciones de disimilitud, como dijo Howard Stern, personalidad de la radio, «Si no eres como yo, te odio» (Zoglin, 1993). Parece que los peores actos de barbarismo están dirigidos hacia aquellos que difieren del perpetrador en términos de raza, etnia, lengua, creencias religiosas, orientación sexual, afiliación política, etc., «En el alma humana está programada una preferencia por lo cercano y familiar y un recelo de lo remoto y abstracto» (McDonald, 2001). ¿Por qué ocurre eso? Imagina la época descrita por Gould donde nuestros ancestros primitivos entraban en contacto sólo ocasionalmente con humanos de otros grupos. Horney (1950) ha descrito tres reacciones posibles a los extraños: las tendencias a acercarse, a alejarse o a ir contra ellos. Lynn Fairbanks ha observado que algunos monos reaccionan ante un mono desconocido yendo de prisa hacia él, mientras otros lo evitan y otros muestran una conducta agresiva (Carpenter, 2001). Estos tres patrones de respuesta tienen consecuencias potenciales diferentes. Si los humanos prehistóricos extraños eran benignos, ir hacia ellos de una manera amigable era beneficioso para ambos grupos. Sin embargo, si representaban una amenaza (que era lo más probable), ir hacia ellos amigablemente y con confianza era la respuesta más peligrosa y menos adaptativa que podían tener. La supervivencia, y por lo tanto, la reproducción, dependían de la retirada o el ataque, y atacar era probablemente lo que más aseguraba la supervivencia, tal como se muestra en la Figura7.17. La agresión humana es particularmente despiadada. Bandura (1999) indica que es muy fácil liberar el control moral y justificar los actos crueles e inhumanos, por ejemplo, es sencillo atribuir nuestro enfado y nuestros impulsos violentos a otros —si yo lo quiero dañar está justificado porque él me quería dañar a mí (Schimel et al., 2000)—, y una vez los individuos y los grupos comienzan a dañar a otros, la conducta malvada aumenta en intensidad (Staub, 1999). Si lo dicho es cierto, entonces significa que estamos programados para temer y odiar a los extraños que son visiblemente diferentes a nosotros. Recuerda que la disimilitud es sólo una de las fuentes de la provocación; tal como veremos en el Capítulo11, la agresión humana tiene muchas otras fuentes. Hay evidencia creciente de que nosotros estamos alerta de forma automática a las indicaciones que nos advierten de las consecuencias positivas o negativas de la interacción, y en función de eso acercarnos o evitar la fuente de esas indicaciones (Bargh, 1997; Bargh y Chartrand, 1999; Chen y Bargh, 1999; Wentura, Rothermund y Bak, 2000). Esas reacciones pueden haber sido cruciales para la supervivencia entre nuestros antiguos ancestros, sin embargo, hoy en día constituyen la base del prejuicio, de los crímenes por odio y del desagrado generalizado hacia cualquiera que sea diferente a nosotros.
3.3.                    Agrado mutuo: nos atraen aquellos a quienes atraemos
Una vez que dos personas descubren que son lo suficientemente similares como para establecer una amistad, es crucial dar un paso adicional: cada persona debe de alguna manera comunicar al otro su agrado y evaluación positiva (Condon y Crano, 1988). A la mayoría de nosotros nos agrada recibir retroalimentación positiva y nos desagrada recibir evaluaciones negativas (Gordon, 1996), incluso es poco probable que los comentarios negativos, relativamente suaves o bien intencionados, sean bien recibidos (como se sugiere en la Figura 7.18). En el otro extremo, una evaluación positiva incluso errónea (Swann et al., 1987) o un intento de halagar que sea torpe es muy bienrecibido; para un observador el halago puede parecer claramente insincero, pero para la persona involucrada es más probable que el halago le parezca honesto y preciso (Gordon, 1996). Cuando en una organización un empleado es especialmente agradable con el superior pero desagradable con los subordinados, esa persona es vista como particularmente desagradable, esto se conoce como el efecto baba (Vonk, 1998). Este patrón de «hacer la pelota hacia arriba y dar patadas hacia abajo» resulta muy desagradable para aquellos que están siendo pateados e incluso para aquellos no involucrados personalmente, pero la conducta positiva hacia el superior es sin embargo una estrategia interpersonal efectiva. En un estudio de casi 150 gerentes en organizaciones públicas y privadas, se encontró que jactarse no era una conducta útil, pero que aquellos que utilizaron técnicas para conquistar el favor de los demás en el trabajo reportaron los mayores aumentos de salario y más promociones en un período de cinco años (Orpen, 1996). Esta conducta no es nueva, cuando Alexis de Tocqueville viajó desde Francia en 1831 para estudiar a Estados Unidos, observó que los estadounidenses tenían un talento especial para congraciarse con todas y cada una de las personas que pudieran hacer algo por ellos (Lapham, 1996). Sin embargo, bajo circunstancias normales, a la mayoría de las personas no les gusta criticar a los demás. Muchas veces las personas hacen comentarios interpersonales positivos con el propósito de ser corteses y de evitar herir los sentimientos de los demás, en lugar de pretender obtener algo a cambio. DePaulo y Bell (1996) realizaron un estudio donde pidieron a los participantes hablar sobre pinturas hechas por estudiantes, algunas de las cuales les agradaban y otras les desagradaban. Cuando el artista estaba presente, los participantes no dieron una retroalimentación totalmente honesta, en cambio, intentaron hacer tantos comentarios positivos como era posible, incluyendo algunas mentiras descaradas.
El agrado y las evaluaciones positivas a menudo se expresan en palabras, sin embargo, a veces la primera señal de atracción viene dada por indicios no verbales (discutido en el Capítulo 2). Por ejemplo, cuando una mujer mantiene contacto visual con un hombre mientras conversan y se inclina hacia él, el hombre tiende a interpretar estas acciones (a veces incorrectamente) como señales de que él le agrada. A su vez, estos indicios positivos a menudo llevan a que a él le agrade ella (Gold, Ryckman y Mosley, 1984).
3.3.1. Atracción: panorama general
A lo largo de este capítulo, hemos acentuado la idea de que la atracción se basa en respuestas afectivas; este concepto general se conoce como el modelo de atracción centrado en el afecto. El énfasis en el afecto no significa que los procesos cognitivos sean irrelevantes; como se muestra en la Figura 7.19, se cree que el estado afectivo de la Persona B (ya sea activado directamente por la PersonaA o simplemente asociado con esa persona) juega un papel muy importante determinando la evaluación que B hace de A, y la conducta subsiguiente de B hacia A. Nosotros formamos y guardamos automáticamente esas evaluaciones en la memoria (Betsch et al., 2001). Igualmente, es necesario que B procese cognitivamente toda la información disponible sobre A (incluyendo estereotipos, creencias y conocimiento objetivo), información que contribuye a la evaluación que B hace de A, debido a que dicha información puede activarse afectivamente.

Por supuesto, al mismo tiempo que B está reaccionando y procesando la información acerca de A, A está haciendo lo mismo con respecto a B. Un posible resultado final es una relación positiva entre A y B. La mayoría de la información en este capítulo tiene valor muy práctico en el mundo real. Asumiendo que a ti te gustaría más agradar a los demás que desagradarles, échale un vistazo a ¡Ideas para llevar contigo y utilizar!, sección donde puedes obtener algunas sugerencias útiles.

2. Iniciar una relación: necesidad de afiliación y el efecto de las características observables

Si dos personas entran en contacto repetidamente y experimentan un afecto relativamente positivo, están en un punto de transición y es probable que sigan uno de dos patrones interpersonales. Muy a menudo, permanecerán simplemente como conocidos superficiales. Sin embargo, algunas veces, se aprenden los nombres de cada uno, intercambian información y se convierten en conocidos cercanos. Estos dos resultados dependen del nivel de la necesidad de afiliación de cada persona y de la manera como reaccionen a las características observables del otro.
2.1.                    La necesidad de afiliación
Dedicamos una buena parte de nuestras vidas a interactuar con otras personas y esta tendencia a afiliarnos parece tener una base neurobiológica. Se piensa que la necesidad de afiliarse con otros y de ser aceptado por ellos es tan básica para nuestra estructura psicológica como el hambre y la sed lo son para nuestra estructura física. Putnam (2000) propuso que uno de los problemas actuales es la disminución en la conducta afiliativa a nivel comunitario, nuestras vidas ahora consisten en menos interacciones interpersonales, menos actividad grupal, menos interés en tomar un rol activo en la mejora de la sociedad, y la apatía electoral. La conclusión es que estamos en peores circunstancias como resultado de ignorar nuestras necesidades afiliativas. Las personas difieren en la intensidad de su necesidad de afiliación y esas diferencias constituyen un rasgo relativamente estable. Las personas aprenden a buscar la cantidad de contacto social que es óptimo para ellas, prefiriendo estar solas parte del tiempo y en situaciones sociales otra parte del tiempo. Además de estas diferencias individuales, situaciones específicas pueden activar estados temporales de necesidad de afiliación.
2.1.1. Diferencias disposicionales en la necesidad de afiliación.
Hay dos enfoques que han intentado medir la necesidad de afiliación. Por un lado, están las medidas de autoreporte que incluyen preguntas directas acerca de deseos y actividades relevantes para la afiliación, permitiendo explorar el motivo explícito a afiliarse. Por el otro, están las medidas proyectivas, donde se le pide a la persona que interprete qué está ocurriendo en las ilustraciones ambiguas que le son presentadas. Este enfoque se dirige a necesidades menos conscientes, explorando de esta manera el motivo implícito a afiliarse. Parece que los motivos afiliativos explícitos conducen a interacciones en un contexto social, y los motivos afiliativos implícitos a interacciones en un contexto interpersonal cercano. Hill (1987) denomina a estas dos expresiones de la necesidad de afiliación como necesidad de estimulación positiva (motivo explícito) y necesidad de apoyo social (motivo implícito). Existen otros dos motivos adicionales, uno de ellos es la necesidad de atención que lleva a las personas a ejecutar comportamientos dirigidos a conseguir la aprobación y elogios de otros. El otro motivo es la necesidad de comparación social que resulta en interacciones motivadas por el deseo de obtener conocimiento y reducir la incertidumbre. Los investigadores concluyeron que los seres humanos están programados para atender y ser sensibles a la información social, cuando sus necesidades de pertenencia no están satisfechas. Así como el hambre física incrementa nuestra sensibilidad hacia las señales de comida, el hambre social incrementa nuestra sensibilidad hacia las señales sociales.
2.1.2. Determinantes situacionales en la necesidad de afiliación.
Frente al estrés las personas responden con cordialidad y afiliación. Las personas tienden a buscar a otros, incluso a extraños, para hablar acerca de lo que está ocurriendo, comparar sus percepciones y tomar decisiones sobre qué hacer; quieren comparar sus reacciones emocionales con las de otros. En pocas palabras, las situaciones de tensión nos conducen a buscar «claridad cognitiva» para saber qué está ocurriendo (Kulik, Mahler y Earnest, 1994) y «claridad emocional» para entender lo que estamos sintiendo (Gump y Kulik, 1997). Buscar a otros en este tipo de situaciones es beneficioso.
2.2.                    El efecto de las características observables: determinantes inmediatos del agrado y desagrado interpersonal
La reacción de agrado o desagrado que tenemos cuando vemos a una persona por primera vez indica que algo acerca de esa persona genera un afecto positivo o negativo. Se presume que estas reacciones se basan en experiencias pasadas, estereotipos y atribuciones que pueden o no, ser acertadas o relevantes. Estos estereotipos positivos y negativos no son buenos predictores de la conducta. Sin embargo, las reacciones hacia características superficiales ocurren muy a menudo, sin importar lo poco razonables que puedan ser. La mayoría de las personas responden a un factor de gran influencia que es el grado de atractivo físico, que se refiere a aquellos aspectos de la apariencia de una persona que son considerados visualmente atractivos o no atractivos.
2.2.1. Atractivo físico: evaluar a las personas basándose en su apariencia.
Las personas tienden a responder positivamente hacia aquellos que son atractivos y negativamente hacia aquellos que no son atractivos. La apariencia física influye sobre muchos tipos de evaluaciones interpersonales, incluyendo el agrado, los juicios de culpabilidad o inocencia en un tribunal, e incluso la calificación dada a un trabajo. Es especialmente decisivo al evaluar una potencial pareja romántica. En general, una apariencia atractiva se percibe como una característica positiva que influye en la atracción interpersonal y en las preferencias interpersonales. Numerosos estereotipos se asocian consistentemente con la apariencia. La mayoría de las personas asume que «lo que es bello es bueno». Las personas no son muy precisas estimando cómo los otros evalúan su apariencia, a pesar de los poderosos efectos que tiene el atractivo. Los hombres, en especial, sobrestiman lo atractivos que son para los demás. Algunas personas de ambos sexos responden con una ansiedad sobre la apariencia pero es más acentuado en el caso de las mujeres.
El contenido específico de los estereotipos depende de qué características son valoradas por una cultura específica. Las personas atractivas han experimentado a lo largo de su vida el hecho de gustarle a los demás y de ser tratados bien por los demás como respuesta positiva a ser bien parecidos; esto se supone que es el origen de su popularidad, habilidades sociales, alta autoestima y tendencia a la autorrevelación. Es importante agregar, que unos pocos atributos negativos también están asociados con el atractivo físico.
2.2.2. ¿Por qué importa la apariencia física?
Desde la perspectiva de los determinantes evolucionistas, se cree que la belleza femenina atrae sexualmente a los hombres debido a que la belleza se asocia con juventud, salud y fertilidad. Con respecto a un aspecto específico del atractivo, se ha encontrado una relación entre la longitud del cabello, la edad, la salud y la atracción. Los hombres tienden a preferir a las mujeres con cabello largo, y el cabello saludable, brillante y fuerte es un indicio de juventud y salud. El planteamiento evolucionista general es que si los hombres se sienten atraídos y forman pareja con mujeres jóvenes, saludables y fértiles, esto aumenta sus probabilidades de tener éxito a nivel reproductivo. Como resultado, los hombres con una preferencia por la juventud y la belleza tenían más probabilidad de pasar sus genes a la siguiente generación que los hombres a quienes estos aspectos le eran irrelevantes. El dato de que las mujeres estén menos preocupadas por la juventud y el atractivo de los hombres se explica por el hecho de que las mujeres tienen un rango de edad relativamente limitado en el cual la reproducción es posible, mientras los hombres por lo general son capaces de reproducirse desde la pubertad hasta bien entrada la vejez. La selección de un hombre fértil para las mujeres prehistóricas, era un asunto de menor importancia ya que tanto jóvenes como viejos eran fértiles, en cambio, la elección de un hombre capaz de proveer los recursos y de protegerla a ella y a su descendencia era crucial. Esta preferencia es mayor en culturas donde las mujeres tienen un menor nivel educativo y tienen menos control sobre la concepción y el tamaño de la familia.
2.2.3. ¿En qué consiste exactamente el atractivo?
Los investigadores han utilizado dos aproximaciones en su intento por identificar esos indicadores, una de ellas es identificar a un grupo de individuos evaluados como atractivos y luego determinar qué tienen en común. Cunningham (1986) utilizó este método con estudiantes universitarios de sexo masculino a quienes les pidió evaluar fotografías de mujeres jóvenes. Las mujeres evaluadas como las más atractivas se situaron en uno de dos grupos: unas tenían «rasgos infantiles» con ojos grandes y muy espaciados, y con nariz y barbilla pequeñas, la otra categoría de mujeres atractivas tenía rasgos maduros con pómulos prominentes, cejas altas, pupilas grandes y una amplia sonrisa.
La segunda aproximación fue realizada por Langlois y Roggman (1990), quienes combinaron por medio de la digitalización por computador varias fotografías de caras para formar una sola cara. La imagen en cada fotografía se dividió en cuadrados microscópicos y a cada cuadrado se le asignó un número que representaba un matiz específico. Luego, los números fueron promediados a través de un grupo de fotografías, y el resultado se transformó de nuevo en una imagen compuesta, resultó que las caras compuestas fueron evaluadas como más atractivas que la mayoría de las fotografías utilizadas para crearlas.
Una apariencia femenina aparentemente se considera un punto a favor, por ejemplo, una imagen computarizada tanto de hombres como de mujeres es preferida si tiene una apariencia femenina en lugar de masculina. Los hombres con una apariencia extremadamente masculina (mandíbula grande, cara cuadrada, frente ancha) son percibidos como menos cálidos y honestos que los hombres con una nariz delgada, labios angelicales y una barbilla «adorable».
Una explicación alternativa sugiere que nosotros nacimos con una preferencia por la simetría, y una cara hecha en base al promedio de muchas caras es más simétrica que las caras individuales. Además, hay estudios que indican que las personas consideran que las caras simétricas son más atractivas que las asimétricas. Porque es un indicador de salud y por lo tanto de la capacidad reproductiva.
El efecto de contraste consiste en que una persona considerara menos atractiva a alguien al compararlo con personas “más atractivas”
Otros aspecto es que el atractivo, tanto de «chicas» como de «chicos», percibido por miembros del sexo opuesto, aumenta a medida que la noche. La evaluación de extraños del mismo sexo no mejora a medida que la hora de cierre se aproxima por lo que el consumo de alcohol no explica estos efectos, por el contrario, a medida que las personas se van emparejando y el número de parejas disponibles disminuye, la escasez resultante genera una evaluación más positiva de aquellos que quedan libres.
2.2.4. Más allá de los rostros: otros aspectos de la apariencia y la conducta.
Cualquier característica observable puede actuar como el desencadenante que evoque un estereotipo, y las reacciones emocionales resultantes, conducir a un agrado o desagrado inmediato. Las características físicas de una persona elicitan no sólo el atractivo, sino también los estereotipos, las reacciones emocionales y la atracción.
Uno de los hallazgos más consistentes de estos y otros estudios es que el físico con sobrepeso es aquel que menos agrada.             Las mujeres atractivas físicamente tienen mayores preocupaciones por el peso y por la dieta; esto se debe posiblemente a la expectativa de que ser bonita debe estar acompañado con ser delgada. Se ha encontrado que una actitud negativa hacia la gordura, en conjunto con la tendencia a hacer a las personas responsables por sus atributos negativos, predicen el prejuicio contra la gordura; estas tendencias son más fuertes en culturas individualistas que en culturas colectivistas.
Las diferencias conductuales también son importantes, el parpadeo rápido es interpretado como un signo de nerviosismo y de falta de atención. Una persona que tenga un estilo de caminar juvenil elicita una positiva. Una persona que estrecha la mano con fuerza es percibido como extrovertido y expresivo emocionalmente. La conducta expresiva y animada, la risa y los estudiantes que participan en clase provocan una reacción positiva.
Las acciones que sugieren arrogancia elicitan una reacción más negativa que la conducta modesta, una persona que exprese ira es percibida como más competente. De igual manera, la consistencia de la conducta también es importante, posiblemente porque la inconsistencia sugiere hipocresía. Los hombres que se comportan de una manera dominante, autoritaria y competitiva son preferidos. Sin embargo, después de interacciones adicionales que den más información sobre la persona, la preferencia cambia hacia hombres prosociales y sensibles. Los juicios interpersonales también se ven influidos por lo que una persona come una persona que come «comida sana» es percibida como más agradable e incluso superior desde el punto de vista moral. Una última, y quizás muy sorprendente influencia sobre las percepciones interpersonales es nuestro nombre. Diversos nombres masculinos y femeninos están asociados con estereotipos específicos, tanto positivos como negativos, es posible que las características particulares de una persona muy conocida lleguen a asociarse a su nombre, y que luego esas características se transfieran a otras personas con el mismo nombre.

1. El comienzo de la atracción: Proximidad y emociones

1.1.   Atracción interpersonal: una mirada general

La atracción interpersonal se refiere a la actitud hacia otra persona. Esas evaluaciones interpersonales se sitúan a lo largo de una dimensión que varía desde el agrado hasta el desagrado. Muchos psicólogos sociales están convencidos nuestros agrados y desagrados interpersonales están determinados por nuestras emociones. 
1.1.   El poder de la proximidad: los contactos no planificados pueden resultar en atracción
Dos personas tienden a iniciar una relación si factores externos los llevan a un contacto repetido. Este contacto es el resultado de la proximidad física o cercanía.
1.1.1.      Por qué la proximidad importa: exposición repetida
Se ha encontrado que la exposición repetida a un nuevo estímulo por lo general resultará en una evaluación cada vez más positiva de ese estímulo. Los niños tienden a sonreír ante una fotografía de alguien que han visto antes pero no ante una fotografía de alguien que están viendo por primera vez. Usualmente respondemos con al menos un malestar moderado, cuando nos encontramos con alguien o algo desconocido. Hansen y Bartsch propusieron que la familiaridad conduce al agrado si la persona tiene una alta necesidad de estructura, ya que estos serían más susceptibles al efecto de la exposición repetida.
La exposición repetida a un estímulo influye la evaluación que hace la persona de ese estímulo, aun cuando esa persona no esté enterada de que dicha exposición ha tenido lugar. De hecho, el efecto es más fuerte bajo estas condiciones. Hay excepciones al efecto de exposición repetida. La excepción más importante es que si la reacción inicial hacia una persona, o hacia cualquier otra cosa, es extremadamente negativa, la exposición repetida no incrementa el agrado y a veces incluso conduce a un mayor desagrado.
1.2.   Emociones positivas y negativas: las bases afectivas de la atracción
Nuestro estado emocional influye, en todo momento, sobre la percepción, la cognición, la motivación, la toma de decisiones y la atracción interpersonal. Un gran número de investigaciones sugiere que las emociones positivas y negativas representan dos dimensiones separadas e independientes que son reflejadas en las autoevaluaciones  y en las diferentes estructuras cerebrales que son activadas por las emociones positivas versus las negativas por lo que es posible que una persona experimente una mezcla de estados afectivos positivos y negativos al mismo tiempo. También un tipo de emoción puede incrementar o disminuir sin que necesariamente ocurra un efecto sobre el otro.
1.2.1.      Afecto y atracción.
Un gran y variado número de experimentos ha encontrado de manera consistente que los efectos positivos conducen a evaluaciones positivas de otras personas mientras que los afectos negativos llevan a evaluaciones negativas. El afecto influye en la atracción de dos maneras. Un efecto directo y un efecto asociado. Aunque la persona no fue la causa de cómo te sentías, tú tiendes a evaluarla, sin embargo, sobre la base de tu propio estado afectivo.
1.2.2.      Efecto directo de las emociones sobre la atracción
La atracción está basada en las reacciones afectivas a la apariencia, actitudes y otros atributos de una persona. Tanto hombres como mujeres tienden a sentir desagrado hacia los desconocidos que les invaden su espacio personal y a las mujeres les desagradan los hombres que intentan impresionarlas con desagradables frases para romper el hielo tal como «apuesto que vendrás a tomar una copa conmigo». Puedes estar seguro de que le agradarás más a un extraño si dices o haces algo agradable que si dices algo desagradable.
1.2.3.      Efectos indirectos de las emociones sobre la atracción
Con frecuencia nuestros sentimientos positivos y negativos no están basados en lo que ha dicho o hecho la persona con la cual estamos interactuando. En lugar de ello, otras fuentes de emoción, tales como una experiencia reciente, tu estado físico o tu estado de ánimo actual, influyen no sólo tus sentimientos sino también tus evaluaciones inmediatas de los otros. Las actitudes en general pueden ser adquiridas a través del condicionamiento, por tanto no debería sorprender que las actitudes hacia las personas puedan ser adquiridas de la misma manera. Si tenemos una reacción emocional negativa hacia la persona A y después observamos a la persona A interaccionando con la persona B, nosotros podríamos tener una reacción negativa hacia la persona B. Esta transferencia de emociones y evaluaciones negativas se observa con frecuencia respecto a quien tiene un estigma. Estigma se refiere a cualquier característica de una persona que no agrada a alguna gente. Los estigmas pueden incluir la raza, la edad, el acento, una discapacidad física o enfermedad, la no-belleza, la obesidad o la orientación sexual. Cuando un individuo interactúa con una persona estigmatizada, la experiencia es percibida como amenazante, se incrementa la presión sanguínea, y se empobrece el desempeño. Sin embargo, con el contacto continuo, la amenaza disminuye.
1.2.4.      ¿Somos vulnerables a la manipulación del afecto?
Es muy claro que nuestras evaluaciones interpersonales son influidas por los factores afectivos directos e indirectos incluyendo las manipulaciones subliminales indirectas. Tales hallazgos aumentan la posibilidad de que podamos ser persuadidos para adquirir productos, votar por candidatos políticos y apoyar temas específicos. De hecho, tales aplicaciones se han vuelto una parte familiar de nuestras vidas. Esto es, la gente intentando vender productos o servicios intentan manipular nuestras evaluaciones ofreciéndonos muestras gratuitas o halagándonos. En un nivel más general, los anuncios son diseñados para activar sentimientos positivos de manera que nos sentiremos más atraídos hacia cualquier cosa que esté siendo vendida. Incluso más allá de la política, las personas que expresan emociones positivas son calificadas más favorablemente que aquellas que expresan emociones negativas. 

Necesidades de Afiliación, Similitud y Agrado Mutuo

Nosotros nos familiarizamos con aquellos con quienes entramos en contacto; nuestra respuesta inicial es a menudo por nuestras reacciones emocionales; la semejanza es importante y las interacciones placenteras son cruciales. A medida que las personas se conocen mejor, pueden surgir muchos factores que transformen el agrado inicial en desagrado. Los detalles de la proximidad física pueden aumentar o disminuir las probabilidades de que dos individuos cualesquiera entren en contacto repetidamente, y esta es la base inicial de la atracción. Un segundo factor muy importante es nuestro estado afectivo. Las reacciones emocionales hacia aquéllos que conocemos están determinadas en parte por cómo percibimos sus características observables. El proceso de atracción también depende de las necesidades de las personas involucradas. Dependiendo de la fuerza de la motivación a la afiliación de cada persona, éstas pueden estar más o menos motivadas a establecer una relación. Sabiendo que estos cuatro factores están operando (proximidad física, emociones positivas, características observables aceptables y necesidad de afiliación), el proceso de atracción puede pasar al estadio final. La atracción aumenta según el grado en que las similitudes superan las diferencias. El paso final ocurre cuando cada individuo comienza a expresar agrado mutuo.